[sempre de acordo com a antiga ortografia]

segunda-feira, 27 de outubro de 2014



 

Voz autorizada põe pontos nos ii

[facebook, 26.10.2014] 

Uma entrevista, com imenso interesse, que me chega pela mão de minha amiga Elizabete Matos, grande soprano do actual canto lírico mundial.
 
Permitam que, do todo, destaque três perguntas e respectivas respostas. Faço-o porque nelas encontrei matéria totalmente coincidente com posições que há anos subscrevo acerca de certas atitudes de alguns directores de cena nos teatros de ópera por esse mundo fora, subsequentes à conquista de um polémico estatuto de importância que se lhes reconheceu, sabe Deus com que trabalho de poderosos lobbies...

“(…)
En el pasado se ha referido a menudo de manera muy clara y tajante acerca del 'Regietheater' y su distanciamiento con estos planteamientos. Sin embargo, ha trabajado con alguien como Tcherniakov, tan interesante como polemico. ¿Sigue pensando lo mismo?

----Completamente. Podemos hablar acerca de directores de escena que son artistas, como los cantantes y los músicos, o podemos hablar acerca de los directores de escena que creen estar creando algo. Son dos especies diferentes. Para mí el director de escena es un intérprete, como todos nosotros, al servicio de lo que escribió el compositor junto al libretista. Lo importante pues es su interpretación de una obra maestra, no sus genialidades y novedosos puntos de vista. Para mí no cabe invención alguna en esta materia. Mi problema con lo que genéricamente se ha llamado Regietheater tiene que ver con la tendencia de algunos de estos directores a sobreponer sus puntos de vista sobre la obra original con la que están trabajando. No es una cuestión de modernidad y clasicismo, de vanguardia o tradicionalismo. En absoluto. Se trata de un planteamiento estético. Muchos directores hoy en día están demasiado pendientes de generar un shock en el público con lo que ponen sobre la escena. Y otros muchos se afanan en contar su propia historia sobre la historia que ya tenemos. Pero no pasa nada. Cada uno es muy libre de hacer su trabajo, igual que yo soy muy libre de discrepar y decirlo. Hay muchos directores de escena con los que me siento cómodo e identificado trabajando. (…)”

¿Qué problemas encuentra hoy en el mundo de la ópera?

----No hay equilibrio. No me gustaría volver a los años cincuenta o sesenta en los que los cantantes eran auténticos dioses, esos tiempos de Callas, Corelli, etc. No me parece que ese sea el modelo ideal. Pero creo que el equilibrio entre el protagonismo de cantantes, directores musicales y directores de escena debería ser mayor hoy en día de lo que es. Ahora los directores de escena son las estrellas, como si fueran los únicos responsables de que una ópera se ponga en pie. Soy capricornio, me gusta el equilibrio, me gusta trabajar conjuntamente para que las cosas salgan bien. Hay demasiados directores de escena.

¿Demasiados?

----Demasiados, sí. ¿Qué puede aportar un joven de veinticinco o veintiséis años que apenas ha terminado sus estudios y ha tenido ocasión de asistir al teatro? Por supuesto que tiene derecho a trabajar en este mundo, pero no creo que tenga los avales suficientes para estrenar un producción propia en los grandes teatros de medio mundo, como hoy está sucediendo, con multitud de gente. Puede haber un genio o dos, puntualmente, pero convertir la excepción en norma, como es el caso ahora, no tiene ningún sentido.
(…)”

 

 

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