[sempre de acordo com a antiga ortografia]

segunda-feira, 12 de outubro de 2015




Revólveres assassinos



Que semelhança haverá entre os acidentes que vitimaram a criança portuguesa de 9 anos - neste momento, em estado crítico, baleada na passada Sexta-feira à tarde na freguesia de S. Paio de Merelim, em Braga, por um amigo com 12 anos - e o de Alfonso de Borbón, irmão de Juan Carlos, anterior Rei de Espanha?

Se o caso do miúdo de Braga foi há três dias, o da morte do príncipe espanhol aconteceu em 1956, há quase 60 anos. Sem comentários, directamente do Castelhano, porque acessível à maioria dos leitores, eis alguma da informação disponível em bibliografia digitalizada:

"(...) En marzo de 1956, Alfonso y su hermano Juan Carlos partieron hacia Portugal en el Lusitania Express para pasar las vacaciones de Semana Santa en Estoril con sus padres y hermanas. Alfonso continuaba con sus estudios de bachillerato, mientras que su hermano había comenzado ese curso su formación militar en la Academia General Militar de Zaragoza. Alfonso, por su parte, tenía previsto iniciar su formación en la rama marítima en 1957, ingresando como cadete en la Escuela Naval Militar de Marín (Pontevedra).

El día 29, Jueves Santo, Alfonso comenzó el día acudiendo junto a toda su familia a la misa matutina. A primera hora de la tarde, Alfonso debía acudir al Club de Golf de Estoril, donde competía en la Taça Visconde Pereira de Machado, un torneo infantil de golf. Alfonso era un apasionado de este deporte, al igual que su padre, algo que le había acercado mucho a este. Aquel día Alfonso disputó, y ganó, la semifinal de la competición. Tras ello, regresó a Villa Giralda, hogar de la Familia Real desde 1949, junto a su padre y su hermano, que le habían acompañado al torneo. La familia al completo volvería a salir una vez más, esta vez para asistir a la misa vespertina que se iba a celebrar a las seis de la tarde. Acabada la celebración eucarística, todos regresaron a la casa para pasar el resto de la tarde.

Alrededor de las ocho, Alfonso falleció de un disparo accidental. Debido al mal tiempo que hacía aquel día, Alfonso y Juan Carlos se encontraban pasando la tarde en el cuarto de juegos de la casa. Comenzaron a jugar con un pequeño revólver del calibre 22 y, en un momento dado, cuando Juan Carlos estaba en posesión del arma, Alfonso recibió un tiro. Por su pequeño calibre, el revólver era, en principio, prácticamente inofensivo a una distancia prudencial, salvo en zonas vitales, pero aquella tarde el disparo alcanzó a Alfonso en la cabeza, provocándole la muerte de forma casi instantánea.

Cuando los condes de Barcelona subieron al cuarto de juegos, Alfonso yacía sobre un charco de sangre. Pese a los esfuerzos de don Juan por reanimarle, el infante murió en sus brazos. Según Antonio Easo, amigo de Alfonso, tras cubrir el cuerpo de su hijo con una bandera de España, el conde de Barcelona exigió a Juan Carlos que jurara que no lo había hecho a propósito.
A las ocho y media, Joaquín Abreu, el médico de la familia acudió a Villa Giralda, pero no pudo hacer nada por el joven infante.

Al día siguiente, la prensa portuguesa publicó el comunicado oficial que había emitido la embajada española:

Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la santa comunión.

La versión oficial del Gobierno español difería mucho de la realidad pues Franco en persona había impuesto que se silenciaran los detalles sobre lo ocurrido. Sin embargo, en los días siguientes, el hecho de que Juan Carlos era quien sostenía el arma que disparó el tiro mortal ya era vox pópuli y ni el implicado ni el conde de Barcelona lo negaron en ningún momento.

Las circunstancias exactas en las que se desarrolló el accidente no se conocen con seguridad y las versiones varían más o menos según la persona que las cuente. El propio Juan Carlos contó a su amigo Bernardo Arnoso que había apretado el gatillo desconociendo que el revólver estaba cargado y que, tras rebotar en una pared, impactó en el rostro de su hermano.

María de las Mercedes aseguró en su autobiografía que el conde de Barcelona había prohibido jugar a sus hijos con la pistola porque el día anterior habían estado disparando a las farolas. Pero que, aquella tarde, los infantes habían cogido igualmente el arma para disparar contra una diana. Poco después de las ocho el arma se disparó. Posteriormente, la misma María de las Mercedes sugirió la posibilidad de que su hijo Juan Carlos apuntara en broma a Alfonso y disparara sin percatarse de que el arma estaba cargada. Según un reportaje de la periodista Françoise Laot, basado en las entrevistas concedidas por María de las Mercedes, habría sido la propia condesa de Barcelona la que abrió el secreter donde se guardaba el arma, permitiendo a sus hijos que jugaran con ella.

Otra versión sobre lo ocurrido en el cuarto de juegos fue probablemente sugerida por la infanta Pilar, hermana de Alfonso y Juan Carlos. Según este relato, Alfonso regresaba al cuarto de juegos con las manos ocupadas llevando algo de comer para él y su hermano y empujó la puerta con el hombro. Al abrirse súbitamente, la puerta golpeó el brazo de Juan Carlos provocando que este accionara involuntariamente el gatillo. La bala saldría disparada, entonces, justo en el momento en el que Alfonso accedía a la habitación.

Alfonso fue enterrado el 31 de marzo en el cementerio de Cascaes. A su funeral, oficiado por el nuncio papal en Portugal, asistieron diversas personalidades de varios países, entre ellas, Francisco Craveiro, presidente de la República Portuguesa, que acudía en representación del Gobierno luso. Por su parte, España estaba representada únicamente por Ignacio de Muguiro, ministro plenipotenciario, debido a que el embajador, Nicolás Franco (hermano del General), estaba recuperándose de un accidente. Sin embargo, entre los muchos mensajes que llegaron para dar el pésame a la familia, se encontraban uno del general Franco y otro de Carmen Polo, su esposa.

Una vez acabados los actos, don Juan arrojó al mar el revólver que había causado la muerte de su hijo. Sobre esta arma, el historiador Paul Preston, autor del libro Juan Carlos. El rey de un pueblo comenta que se ha especulado mucho sobre su origen y que existen diversas versiones como que era un regalo que Franco había hecho a Alfonso, que el regalo era del conde de los Andes o que alguien se la había dado a Juan Carlos en la Academia Militar. (...)"
 

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